Es básico para el óptimo desarrollo del cerebro del bebé, ya que
potencia sus funciones cerebrales en todos los aspectos (cognitivo,
lingüístico, emocional, motor y social)
Nuestro cerebro requiere información que le ayude a
desarrollarse. Su crecimiento depende de la cantidad, tipo y calidad de
estímulos que recibe; las capacidades no se adquieren sólo con el paso del
tiempo.
El bebé precisa recibir estos estímulos a diario, desde el
momento de su nacimiento. Si recibe estímulos pobres, de una forma irregular o
en cantidad insuficiente, el cerebro no desarrolla adecuadamente sus
capacidades al ritmo y con la calidad que cabría esperar. Por otro lado, una
estimulación temprana, abundante, periódica y de buena calidad nos garantiza un
ritmo adecuado en el proceso de adquisición de distintas funciones cerebrales.
La estimulación temprana de los niños es más eficaz porque su cerebro tiene
mayor plasticidad; esto hace que se establezcan
conexiones entre las neuronas con más facilidad, rapidez y eficacia.
Las deficiencias o falta de estimulación en el primer año de
vida del bebé pueden tener consecuencias en el desarrollo óptimo de sus
habilidades motoras, cognitivas, lingüísticas y sociales.
En muchas ocasiones los padres, aún sabiendo y siendo
conscientes de lo importante que es una buena estimulación temprana, suelen
pasar por alto algunos aspectos fundamentales, tales como su carácter general
(es decir, que abarcan todas las áreas del desarrollo y no centrarnos sólo en
una en concreto), la abundancia de estímulos o la regularidad en el tiempo.